miércoles, 28 de marzo de 2012

Anima sola





Séptimo día
Prendo la veladora roja como vengo haciéndolo desde hace seis días; abro la llave y lleno el faltante del vaso con agua.  Me arrodillo y toco el vidrio del cuadrito rojo, amarillo, carne, anima sola, solita, rondada de fuego y encadenada; y su cara de anima sola, de anima muda se parece a la mía.  Entonces tomo la foto tuya que recorte de un viejo carné de la biblioteca pública y la chuzo una y mil veces con alfiler en la sien  para que me pienses, una y mil veces con alfiler en los ojos para que me veas,
una y mil veces con alfiler en la boca para que me nombres, una y mil veces con alfiler en donde empiezan tus brazos y termina la foto para que me abrases, una y mil veces con alfiler en tu pecho para que me sientas; y te invoco una y mil veces, anima sola, solita, sin mí, rodeada de juegos y desencadenada.  Y me pienso en tu mente con los ojos cerrados, con la boca entreabierta, con los brazos abiertos, y un alfiler clavado entre la blusa roja y mi seno pálido.  Es que yo ya no sé, si ha de servir esta vieja receta que me dio Clarisa, solo sé que desde hace seis días.  Prendo la veladora roja, abro la llave, lleno el faltante del vaso con agua, me arrodillo, toco el vidrio del cuadrito rojo y de otros colores, chuzo tu foto una y mil veces y entonces te nombro, y entonces te rezo.

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